La globalización parece tener como causa inmediata las
comunicaciones. Los medios y el rápido flujo de información que ellos permiten,
por ejemplo, vía Internet . Sin embargo,
el término globalización, empleado para
caracterizar a esta nueva etapa del capitalismo que llega a ser mundialmente
dominante, no es suficiente para explicar los cambios en el terreno cultural.
Existe
un nuevo cosmopolitismo, pero es superficial, una nueva mirada del Norte sobre
el Sur, pero las cámaras y los satélites están en el Norte y las guerras
civiles en el Sur o en el Tercer Mundo.
Hay una relación de reciprocidad en las imágenes, efecto mediático del
desarrollo desigual.
Para
algunos investigadores los medios masivos contribuyen positivamente a la
globalización cultural, es decir, a la emergencia de una cultura común
planetaria, entendida como una mayor integración y comunicación entre los
distintos pueblos. Cada uno se siente implicado en lo que ocurre en cualquier
rincón del mundo.
En esta
visión optimista, internet promueve un mundo más multicultural, al democratizar
la difusión de distintas culturas y al otorgarles voz fuera de su espacio
local. Hay muchos ejemplos de movimientos
sociales que no “tienen ni prensa ni cámara”, pero que diseñaron su propia
página de internet para comunicar sus ideas, como el movimiento zapatista y las
Madres de Plaza de Mayo.
En la
década del sesenta, Marshal, McLuhan
planteo una serie de hipótesis polémicas y optimistas. Según este teórico de los medios, el
desarrollo de las comunicaciones permite que las sociedades estén más conectadas ente si, la velocidad de la
información acorta las distancias y el mundo se achica convirtiéndose en un
“Aldea Global”. Los medios de
comunicación (TV, PC, Internet, video, correo electrónico) aseguran el acceso
de todos a la información y promueven hábitos de consumo compartidos. El mundo tiende a integrarse culturalmente y
desaparecen las fronteras culturales.
La
metáfora de la “Aldea Global” fue tan polémica como el anuncio del fin de la
era Gutenberg. La desaparición del libro
impreso y su sustitución por el libro electrónico (cd-room, páginas de
internet) cambia, según McLuhan, nuestro concepto de lectura: el abandonar el
papel como soporte tradicional por la lectura en “pantallas”. Estos cambios anuncian una nueva etapa: el
universo digital, la era electrónica y la cultura audiovisual.
Otros
investigadores consideran a los medios de comunicación como instrumentos de
dominación, que representan un nuevo colonialismo electrónico:
colonizadores del oscio y del tiempo libre, manipulando a la opinión pública y
transformando a los ciudadanos en meros consumidores. Esta imagen más pesimista pone en duda que
los beneficios de la revolución tecnológica en las comunicaciones puedan
alcanzar a la mayoría. Las redes de
información estarían formando a ciudadanos globales, aunque esta nueva identidad
depende de la participación activa en el circuito: estar conectado.
Según
Anibal Ford, la noción de “Aldea Global” tiende a simplificar y a disimular la
complejidad de las transformaciones. El
mundo estaría crecientemente conectado, pero no unificado. Por el contrario, los medios que han
comunicado al mundo, no llevan a un proceso de integración sino a la
fragmentación y marginación cultual. Más
que de “Aldea Global” deberíamos hablar de “conventillo
global”: la convivencia de distintas culturas, algunas excluidas de las pautas
de consumo globales.
Nestor García Canclini (1995)
sostiene –empleando un lenguaje
cinematográfico- que la identidad es actualmente “una coproducción”, la cultura
se ha transformado en “un proceso de ensamblado multinacional, un montaje de
rasgos que cualquier ciudadano de cualquier país, religión o ideología puede
leer y usar. Lo global se presenta como
sustituto de lo local. El autor señala
de este modo el desdibujamiento de las identidades nacionales y regionales por
efecto de la globalización y las tecnologías de la información.
Una comunicación desigual
Con las nuevas
tecnologías surgen problemas inherentes a la mundialización de la información,
especialmente para los países del Tercer Mundo, ya que se debilitan las
tradiciones locales cuyos símbolos y valores (nacionales o étnicos) están dejando
de ser referencias para la identidad.
Son máquinas de comunicar y tienen una fuerte eficacia simbólica.
Pero tendríamos que hablar de
una comunicación desigual o a dos niveles, ya que el mayor porcentaje de información
se genera en los países centrales, y esta condiciona fuertemente la percepción de
los asuntos del mundo. En América Latina
la dependencia se acentúa, no tanto respecto de la cultura global, sino a la producción
audiovisual norteamericana.
Estados Unidos es la sociedad
que comunica mas que cualquier otra, puesto que el 70% de las comunicaciones
mundiales se generan en ella y es la que lleva ventajas en los avances de la tecnología
de la información. Un ejemplo de esto es
el predominio de la CNN (Cable News Network), fundada por el norteamericano Ted
Turner en 1980, la primera cadena de televisión que transmite noticias las 24
hs. Lo mismo ocurre con la industria del
entretenimiento: en el caso del cine, por ejemplo, la producción de películas de
Hollywood invade el mercado mundial